En esta etapa se tiene una hermosa habilidad para disfrutar las pequeñas cosas de la vida y simplemente ser felices; y si existen los problemas, siempre tienen una solución, y vivir es hermoso por el simple hecho de estar aquí.
¿Alguna vez has mirado a los ojos a un niño? ¿Qué te han transmitido? Cada mirada nos cuenta algo distinto, será una ilusión, una alegría incontenible o una mirada traviesa. Sin importar lo que veas, esos ojos te trasmiten un sentimiento puro y honesto.
Algo que a me encanta de retratar niños es la inocencia y la franqueza que su mirada proyecta. Las miradas más bonitas y más puras las encuentro en esta etapa de la vida. Donde la capacidad de amarse y aceptarse a sí mismos sin ningún prejuicio no tiene fronteras.
En la infancia vive un hermoso deseo de aprender y querer descubrir cosas nuevas.
Se alberga la capacidad de asombro, esa que parece no tener fin, que les permite escuchar una historia y sorprenderse, y mejor aún, el increíble poder para crear un montón de historias y universos llenos de magia y fantasía. De transformar una caja de cartón en un castillo o recrear una fortaleza.
Una de las cosas mas bonitas es la seguridad que tienen en ellos mismos, la alegría, la curiosidad y las ganas de descubrir el mundo, y estos son solo algunos de los sentimientos que desbordan en esas miradas de inocencia.